(Por Sivakumaran y Lakshmi, Sri Lanka)
Sivakumaran: Fue en mis días de universidad que por primera vez supe de ciertos líderes espirituales, como Sai Baba, Swami Sivananda, etc. Luego leí un libro que me dio un conocimiento muy básico sobre la espiritualidad y el propósito de la vida humana en esta Tierra. En ese libro decía que la meditación es el medio más importante para que logremos la meta más elevada en la vida. También aconsejaba que la meditación debe practicarse bajo la guía de un gurú. Así que, naturalmente, se despertó en mí el interés de tener un gurú que pudiera guiarme en el sendero espiritual.
A principios de los 1970 tuve la gran fortuna de ver a Sathya Sai Baba en Bangalore, en Whitefield, y recibir sus bendiciones, aunque él no iba a ser mi gurú. Sin embargo, fue allí que me enteré, por algunos de sus devotos, de un sabio espiritual en Sri Lanka que se parecía a Sai Baba y quién, a través de su boca, daba nacimiento a lingams que se habían formado en su cuerpo. Me pregunté, ¿estaría yo destinado a conocer quizás alguna vez a este extraordinario sabio?
Una tarde en 1977, a eso de las 5 pm, yo estaba junto a la verja de mi casa cuando noté a un joven con túnicas naranja muy bonitas, un swami, andando por la calle. Algo sorprendido, sólo me quedé mirándole fijamente y, por alguna razón, no pude quitar mis ojos de él. Parecía estar sumergido en sus pensamientos e iba hacia la playa. Al pasar él y desaparecer de mi vista, tuve la idea que quizás éste podría ser el santo de Matale de quien yo había oído hablar unos años antes.
Para 1984, yo había aprendido y había estado practicando meditación durante varios años y, en la tarde de Mahashivaratri ese año, asistí a una meditación grupal en Colombo. Fue allí que me enteré que esa misma tarde, un Swami estaba haciendo un programa en el Salón dedicado a Vivekananda de la Misión de Ramakrishna justo al lado. Decidí asistir a esta celebración de toda la noche y, en cuanto vi al Swami en el escenario, ¡lo reconocí inmediatamente como el mismo swami que me había dado su darshan en 1977! Y, claro, ¡no era ningún otro que Swami Premananda!
Aunque tenía un gran deseo de ver a Swamiyi después del lingodbhava, no tuve la oportunidad pues esa mañana me obligaron a que trabajara. Así que fui rápidamente a casa, tomé un baño, hice mi meditación de la mañana y fui a la oficina. Dado que no había dormido en toda la noche, fui a trabajar con la idea de volver a casa después del almuerzo para descansar, pero, increíblemente, tras almorzar, me sentí bien despabilado y decidí quedarme en la oficina. Esa tarde en casa, cené temprano y me acosté alrededor de las 6:30 pm. A la mañana siguiente, ¡me encontré despertando del mejor y más profundo dormir que había tenido jamás en mi vida! Nunca me olvidé de esta experiencia y me hizo determinar que pasaría cada Shivaratri con este santo, porque él me había dado una experiencia muy buena a través de la que yo había aprendido el valor de quedarse despierto durante la noche de Mahashivaratri.
En Diciembre de 1984, me casé con Lakshmi y, desde ese momento, compartimos nuestras vidas, también desde un punto de vista espiritual. Cuando Swamiyi fue a Sri Lanka desde la India en 1986, hubo programas diarios con él en las casas de devotos. Swami hizo abhishekams y dio bendiciones de lingam y entrevistas. Nosotros asistimos a tantos de estos programas como pudimos. En una de estas ocasiones, Lakshmi recibió kumkum materializado de las manos de Swamiyi. También fuimos bendecidos de unirnos al viaje de Kataragama que fue una experiencia enriquecedora para nosotros dos. Un día, durante este viaje, Swamiyi nos dio a todos una bendición de lingam en el río Manika Gangai. Él quiso que primero nos sumergiéramos completamente tres veces bajo el agua antes de recibir la bendición. Fue una experiencia muy especial y nos divertíamos mucho, también.
A finales de 1987, fuimos a la India por primera vez, junto con una pareja que habíamos conocido durante la gira de Kataragama. Aterrizamos en Trichy, donde nos alojamos en un hotel, y lo primero que hicimos fue ir a ver Swamiyi, que en ese momento estaba quedándose en Pudur. Cuando Swamiyi nos vio, preguntó si ya habíamos hecho nuestras compras y nos tranquilizó que si necesitábamos dinero debíamos simplemente pedírselo a él. Explicó que había abhishekams diarios a las 6 pm y nos pidió que fuéramos al abhishekam al día siguiente, lo que por supuesto hicimos. Después del abhishekam, Swamiyi sugirió que regresemos el próximo día y que él podría mostrarnos la tierra donde él estaba en el proceso de construir un ashram.
Al día siguiente, Swami arregló para que un automóvil nos llevara a la tierra del ashram. El único edificio que había en ese tiempo era el Puya Hall y no estaba terminado todavía, ya que al suelo todavía no se lo había cementado. Y salvo una choza, cercana a lo que ahora es el establo, el resto de toda el área era simplemente una inmensa extensión de lo que parecía ser mayormente matorrales. Entramos al salón de puyas y vimos a todos los niños sentados en esteras que se habían puesto en el suelo terrizo. Estaban cantando bhayans y nos dijeron que se estaba llevando a cabo una ceremonia fúnebre, a cargo del jefe de la aldea y algunos de sus ayudantes. Por la tarde, después del entierro, recibimos las bendiciones de Swamiyi y de su madre, y luego caminamos despacio a Fátima Nagar para coger el autobús de regreso al hotel. Tras esa visita, salimos para hacer una excursión con las bendiciones de Swamiyi.
Desde esa primera visita al Ashram en 1987, hemos venido y nos hemos quedado aquí muchas veces a través de los años y hemos sido testigos de cómo esta tierra aparentemente yerma con sólo un edificio inacabado, se transformó en un verdadero oasis verde, lleno de innumerables árboles, plantas florecientes, pájaros y animales, y más edificios construidos en un estilo simple, en armonía con el ambiente de un ashram tradicional. Hemos visto santos, sadhus y devotos de todo el mundo que visitan este hermoso lugar espiritual y centenares de niños empobrecidos que reciben alojamiento, educación, cuidado médico, ropas y otras necesidades diarias de forma gratuita, para abreviar—un fundamento para un buen futuro. Y vimos cómo Swamiyi estaba siempre dispuesto a dar consejo y guía a cualquiera que acudía a él y a derramar bendiciones sobre todos. Nosotros también recibimos y continuamos experimentando su guía continua, sus bendiciones y su amor en nuestras vidas.
Este año, en ocasión del 31° aniversario de la apertura oficial del Ashram, tuvimos el honor que se nos diera la tarea de izar la bandera que hay delante del Puya Hall, el único edificio que había aquí, todavía inacabado, cuando vinimos por primera vez, hace ya más de treinta años. Trajo muchos buenos recuerdos. Izamos la bandera en la presencia de algunas otras personas que también habían estado allí en ese tiempo, algunos siendo niños pequeños, así como muchas personas que se han unido desde entonces, apoyando fielmente a la misión espiritual de nuestro gurú y gran santo, Swami Premananda. ¡Fue de hecho una experiencia muy bella!
¡Yei Prema Shanti!