Los seres humanos deben poder entender los sentimientos de otros. Sin esta capacidad, no importa en qué casta nacieron, tendrán cualidades bajas. En primer lugar, no pueden ver las mejores cualidades de otros. Estarán ocupados con celos y egoísmo y sus vidas—cuerpo y alma—se tornan inútiles. Cuando uno trata de entender los sentimientos de otros, entonces naturalmente se desarrollan cualidades tales como la cortesía, la humildad y la santidad. (…)
En este mundo material, todos experimentamos dificultades y aflicciones. Aquéllos que creen y que tienen fe en Dios hallarán alivio de estas tribulaciones, mientras que otros se sumergirán aún en más problemas y pesares.
Puede que hayáis escogido seguir una cierta carrera, viéndolo como un modo de mejorar vuestra vida. Pero si queréis llegar a ser exitosos en vuestra profesión, en primer lugar debéis aprender de un experto y evitar el pensamiento, “yo sé todo.” Es sólo de este modo que seréis exitosos, aun cuando progreséis tan lento como una tortuga.
No debemos mirar siempre el árbol alto que no podemos trepar. Mirad el pájaro pequeño posado en la rama más alta de ese árbol. Incluso ese pequeño pájaro puede hacer algo que vosotros no podéis hacer. A todas las criaturas de este mundo Dios les ha mostrado una manera apropiada de vivir y les ha dado deberes apropiados. Por lo tanto, todos deben cumplir con sus propios deberes con responsabilidad. Evitad averiguar y juzgar la altura y anchura de otros. Tomad vuestra propia medida y actuad; ésa es la belleza de vuestro nacimiento.
Siempre estamos evitando nuestras responsabilidades y evaluando a los demás, con el resultado que nuestras responsabilidades sólo se cumplen parcialmente. El sendero del progreso se extiende justo ante nosotros, pero no somos conscientes de él o bien nos negamos a recorrer ese sendero. Siempre estamos buscando atajos y nos sentimos celosos de aquéllos que están andando el camino correcto. ¡Envidiamos sus vidas mejores y su renombre, pero esto es como alguien que quiere cruzar el río pero que no quiere mojarse los pies!
Es suficiente que una persona mire a otra silenciosamente—su corazón hablará las palabras y su cara expresará sus sentimientos. Pero en lugar de aprender a permitir que hablen nuestros corazones, transmitimos mentiras con los ojos, con nuestras palabras y a través de nuestras acciones. Mayormente nunca permitimos que hablen nuestros corazones porque no permitimos que la voz Divina de la conciencia entre en la quietud de nuestros corazones y nos corrija.
A través de las edades, nuestros antepasados siempre han dicho que todos los seres de este mundo están vinculados. A fin de tener experiencia de esto y probarlo, debemos iluminar nuestro corazón con la compasión. Tenemos que poder ver las dificultades y los pesares de la gente con la luz de la compasión. Si hay un terremoto o pobreza en alguna parte del mundo, entonces debemos hablarles a las almas de las personas allí y ser conscientes de sus sufrimientos.
¿Por qué nos enfadamos tan a menudo? Es, por supuesto, debido al egoísmo. Nos enojamos cuando las personas que tienen los mismos agrados y desagrados que nosotros están intentando obtener algo que nosotros queremos. A veces esto incluso nos pone furiosos. Ésta es una cualidad de las personas que usan sólo cinco sentidos. Cuando algunos escapan corriendo de un animal, por miedo, otros tenderán a seguirlos, creyendo que éste es el estado más elevado de pensar. Pero eso sólo muestra su ignorancia. El enojo es una ilusión que está montando un caballo imaginario. Definitivamente no alcanzará su destino y será un viaje dificultoso. Buscad la verdad. Encontrad el sendero que os beneficiará usando la lupa llamada sexto sentido. Esta lupa os mostrará los gérmenes de los celos y el enojo.
Siempre estamos investigando las cosas que nos rodean, como árboles y arbustos, animales y cualquier otra cosa que vemos fuera de nosotros. Pero todo lo que realmente estamos haciendo es sólo calcular cuántos años le ha tomado a todo esto entrar en la existencia y conseguir así algunas respuestas. Después, quedamos atrapados en las ilusivas alabanzas que recibimos y entonces retrocedemos. Primero necesitamos realizarnos y entender la grandeza de nuestro nacimiento, tenemos que averiguar qué estamos tratando de lograr a través de esta oportunidad única. Elevad este gran nacimiento; si no intentamos hacer esto, seremos como cadáveres, aunque se dice que el Señor Shiva vive dentro de nosotros, dentro de nuestros cuerpos.
Incluso ahora, avataras y Maestros espirituales están naciendo en este mundo. Debemos comprender que han venido a la Tierra debido a los méritos adquiridos por las austeridades que realizaron en sus nacimientos anteriores. Aquéllos que no pueden reconocer a tales personas se llaman aguianis [personas que carecen de sabiduría]. Puede que tengan visión externa, pero les falta la visión interior; ellos no pueden entender la grandeza y las cualidades más elevadas de los seres vivientes.
Hoy, con la ayuda de instrumentos inanimados, la ciencia está descubriendo cómo usar las ondas hertzianas para averiguar lo que está pasando lejos. Pero nuestros santos tenían la capacidad de hacer esto dentro de ellos; ellos podían averiguar cualquier cosa que sucedía en cualquier parte. La ciencia moderna está descubriendo recién ahora cosas que estos santos descubrieron y explicaron hace mucho tiempo. Estos santos dijeron que las personas no podrían vivir en Marte y es sólo ahora, miles de años después y tras una gran cantidad de investigación, que los científicos han llegado a la conclusión que no hay agua en Marte y que es, por consiguiente, inhabitable. No obstante, nuestros santos nos dijeron esto hace miles de años, sin ninguna investigación. Esto muestra que, a través de su sabiduría, nuestros santos podían explicar cosas a las que la ciencia actualmente ni siquiera podría acercarse.
Esta vida material da un sentimiento ilusivo que todo en este mundo es permanente. Debido a esto, las personas viven sus vidas sin lograr conocimiento real y luego simplemente mueren. Pero nada es permanente; todas las cosas y todos los seres son temporales. La fuente y fuerza vital de toda la creación, el Señor Shiva, es lo más elevado y es eterno—éste es un pensamiento divino. A través de las experiencias, aprendemos las consecuencias de nuestras opciones. La felicidad permanente es la felicidad más elevada, y sólo a través de la iluminación de vuestra alma podéis disfrutar esta bienaventuranza.
El principio del Santana Dharma hindú es crear unidad en el mundo. Declara que los seres humanos deben buscar la verdad dentro de ellos. Miles de religiones han venido y se han ido de este mundo, pero el hinduismo es la única que apareció en el inicio del mundo y todavía existe hoy. Todas las criaturas creadas en este mundo deben una vez volver a Dios—ésta es la filosofía del Sanatana Dharma hindú. (…)
Si pudierais ver claramente qué personas han llegado a lograr cosas verdaderamente grandiosas en este mundo, encontraríais que todas ellas tenían fe en lo Divino y que tenían la elevada conciencia de comprender que sus invenciones y victorias no se debían a sus propios talentos, sino que eran todas acciones de Dios. El común de las personas que no cree en lo Divino, retrocede en la vida, pero aquéllos que creen en Dios lograrán un estado más elevado. La mente libre de dudas definitivamente realizará a Dios, pero quienquiera tenga dudas será inútil, incluso para la vida material. Una mente pura es un templo de Dios y la total confianza es la luz del templo.
Una persona que rinde culto a Dios, en verdad no diferenciará entre clases altas y bajas. Las personas con prejuicio a menudo sólo simulan ante el mundo externo que ellos no piensan así. Si comprendéis que todos los seres son reflejos de la misma fuerza vital, entonces ya no tendréis ningún sentimiento discriminativo. La causa de la discriminación es la ignorancia y las personas que piensan y actúan de esta manera lo hacen simplemente debido a una falta de conocimiento y experiencia. Esta enfermedad de discriminación está presente incluso entre aquéllos que siguen el camino espiritual, como “tú eres importante” o “yo soy importante.”
Nos sentimos tristes cuando experimentamos problemas y dificultades y cuando nos pasan cosas buenas, nos sentimos contentos y felices. Pero una vez que entendemos la verdad que, tanto la tristeza como la felicidad surgen del mismo lugar, entonces siempre estaremos felices. Los santos están constantemente en ese estado. Aquéllos que pueden curar sus propias enfermedades físicas son los grandes médicos. Y aquéllos que han conquistado las enfermedades que controlan el cuerpo—como el hambre, el sexo, la vista y el olfato—son los grandes santos y sabios. La dicha que ellos saborean en ese estado no tiene ninguna comparación en este mundo. Éste es el estado más elevado y quienquiera que logre ese nivel conoce el valor de un nacimiento humano. (…)
Cuando tenemos la oportunidad de estar en contacto con Maestros espirituales, no debemos abandonar esta gran oportunidad ignorándola. Haced de ésta una relación fuerte. Esas grandes personas han adquirido naturalmente un conocimiento que vosotros sólo podríais aprender leyendo miles de libros. Con una única mirada, ellos pueden entender todas las verdades y falsedades del ser entero de una persona. Si ellos nos dan algún trabajo, debemos considerarlo un don. Ellos ya saben las cosas que vosotros os esforzáis por entender. Ellos pueden convertir arena en oro y, de arena, ellos pueden hacer una soga. Ellos pueden llevarnos a la madurez.